sábado, 8 de enero de 2011

Crisis en la UE: ¿Está en riesgo el futuro del euro?

Los recientes problemas de Grecia y la incertidumbre de que los mismos se repitan en países de más peso como España e Italia han puesto de relieve la necesidad de un nuevo modelo de supervisión y medidas más contundentes en la Unión Europea (UE). Por el camino, el euro ha perdido fortaleza frente al dólar, los diferenciales de la deuda del Viejo Continente se han disparado y cada vez más expertos vaticinan que las mayores dificultades están todavía por llegar.

Un ejemplo de ello es George Soros, uno de los inversores más influyentes del mundo y la vigésimo novena mayor fortuna del mundo, que considera que el futuro del euro está en peligro. El dueño de Soros Fund Management sostuvo recientemente en un artículo publicado en el diario británico Financial Times que Europa necesita "un proceso de supervisión más activo así como mecanismos institucionales de ayuda condicional". "Un mercado de eurobonos bien organizado sería deseable, la cuestión es si puede generarse la voluntad política para adoptar esas medidas", aseguró este inversor.

Para Soros, “la supervivencia de Grecia” no resuelve el debate sobre el futuro del euro, ya que los verdaderos campos de batalla son Portugal, Italia, Irlanda, Grecia y España.

Junto a Soros, otro de los mayores críticos con la actual situación europea es el economista y Premio Nobel Paul Krugman, quien opinó en un artículo del Wall Street Journal que el problema de esta región ha sido “la arrogancia de las élites; concretamente, las élites políticas que instaron a Europa a adoptar una moneda única mucho antes de que el continente estuviera preparado para un experimento de este tipo”.

Tal y como opinan Soros y Krugman, dos voces de reconocido prestigio a nivel mundial, la crisis ha hecho aflorar problemas antes imperceptibles de la zona euro. Una de las corrientes más extendidas achaca estas dificultades a la independencia fiscal que tiene cada uno de los países miembros de esta unión.

“La Europa de la Zona Euro (16 países) no puede tener una Unión Monetaria y 27 políticas fiscales (UE 27) distintas”, señala Robert Tornabell, profesor de Finanzas de Esade y autor del reciente libro “El día después de la Crisis”. Estados Unidos, dice, “tiene una moneda única, con una misma política monetaria y, por supuesto, idéntica política fiscal para todos los estados de la Unión (incluyendo Alaska, Hawai, etcétera)”.

Los defensores de esta teoría argumentan que la Unión Europea necesita de una vigilancia y una supervisión mucho más rígidas y tachan de débil el Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PEC), un acuerdo regional alcanzado en 1997 con el objetivo de facilitar y mantener la unión económica y monetaria. Este pacto establece actualmente el 3% del PIB y el 60% de la deuda pública como los límites deficitarios de un país. Sin embargo, la Comisión Europea sentó un mal precedente en 2004 al perdonar una sanción a Alemania y Francia por superar estos umbrales. Es en este terreno donde George Soros pide una “monitorización más intrusista”.

En medio de este escenario, aparece otro de los debates que más está aflorando en los últimos meses: la salida del euro de algunos países. Así, los Estados que más están sufriendo la crisis podrían dejarse llevar por la tentación de volver a tener al alcance de su mano la opción de devaluar la moneda, bajar los tipos de interés o emitir más moneda para impulsar el consumo. Una posibilidad que Rafael Pampillón, director del Área de Economía de IE Business School, descarta. “Nadie va a salirse del euro”, señala, “pero si algún país se ha endeudado en exceso y ahora no puede devolver su créditos, que se declare en concurso de acreedores”, añade.

Posibles soluciones
Además, la posible solución de abandonar la moneda única no sería sencilla, porque, como han advertido recientemente desde la agencia de calificación crediticia Standard & Poor’s (S&P), la salida de un país del euro supondría una enorme devaluación de su nueva divisa y un mayor coste para financiarse. “Aunque negociar la salida del euro es posible, la retirada unilateral sería controvertida desde el punto de vista político”, explican en un comunicado desde la agencia. 

En opinión de Juan Mascareñas, catedrático de economía financiera de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), “la imagen del euro se vería debilitada si algún miembro lo abandona. Además, en el caso español, y creo que en cualquier otro, el impacto psicológico en la población sería de tal calibre que nos pasaría algo parecido a lo de la generación del 98 con la pérdida de Cuba (grupo de escritores españoles que se vieron profundamente afectados por la crisis moral, política y social acarreada en España por la derrota militar frente a EEUU en Cuba) y de los restos del Imperio, porque representaría que no somos capaces de mantenernos en un club económicamente serio”.

Otro de los agravantes de la situación de la eurozona es que sus organismos no tienen mecanismos suficientes para sustentar a los países en dificultades. Dentro de este contexto una de las posibilidades sería establecer ayudas condicionadas, como propone Soros. "La solución más eficaz consistiría en una emisión de eurobonos garantizados de modo conjunto y particular para refinanciar por ejemplo el 75% de la deuda griega en fase de vencimiento a condición de que Grecia cumpla sus objetivos, y dejando que el 25% restante lo financie Grecia como pueda", asegura el inversor.

Pero la actual regulación de la UE no contempla la opción de realizar rescates a los países miembros y la del Banco Central Europeo (BCE) la rechaza literalmente. La única posibilidad que existe por el momento es que sean unos países los que rescaten a los otros, o que sea el Fondo Monetario Internacional (FMI) el que acuda al auxilio.

“Debe ser el FMI quien rescate a Grecia y quien le ponga las medidas de ajuste necesarias para poder recibir el crédito, porque todos los países ya pagamos nuestras cuotas al fondo y ese dinero está ahí también para casos como éste”, apunta el profesor Pampillón, para quien, además, sentaría un precedente brutal que Europa saliera al rescate económico de Grecia, porque abriría la veda al resto de países miembros a endeudarse en exceso, con la tranquilidad de que luego vendría Bruselas en su rescate. “Que aquellos que han comprado deuda griega paguen su mala inversión, ¿Por qué debemos pagarlo el resto de socios de la Unión?”, añade el experto de IE Business School.

Pero así parece que va a ocurrir. Los dirigentes de la eurozona, liderados por Alemania y Francia, se han comprometido a ayudar al país heleno a hacer frente a su crisis de deuda, aunque sin especificar cómo. “La canciller Angela Merkel y el presidente Sarkozy (lo han dicho en público) van a garantizar la solvencia de Grecia. Alemania y Francia no pueden permitirse que sus propios bancos, por tratar de ganar miles de millones comprando deuda pública griega, tengan fuertes pérdidas”, explica Robert Tornabell. 

Juan Mascareñas añade que lo más justo es que “los Estados con problemas los resuelvan al coste que sea pero que no comprometan a los que han sabido gestionar mejor su crecimiento (los ciudadanos alemanes deben estar hartos de pagar con sus ahorros las fiestas de los demás) enviándoles un mensaje de responsabilidad. Ser rescatado para mantenerse dentro del euroclub debe tener un coste”.

El coste del rescate
La opción del rescate entre diferentes países miembros es, para los expertos, asumible en el caso de Grecia, pero no tanto si hubiera que rescatar a países de la envergadura de España. Según cálculos de BNP Paribas publicados por Wall Street Journal, un plan para devolver la confianza en España podría costar 270.000 millones de dólares (198.039 millones de euros), frente a los 68.000 (49.876,4) de Grecia, los 47.000 (34.473,4) de Irlanda o los 41.000 (30.072,5) de Portugal. Para el rotativo norteamericano, España se ha convertido en "el próximo campo de batalla del euro" que podría determinar si la moneda de los 16 países aguanta o cae". 

Juan Mascareñas señala que “Italia y España son los que más peso tienen en el PIB de la zona euro, entre ambos, un 28%. Un serio problema de uno o de los dos sería algo grave para el euro porque hay que tener en cuenta que una parte importante de los acreedores de ambos estados son los otros componente de la zona euro (Alemania y Francia, en especial)”.

Aun así, esta opción es todavía lejana para otros muchos expertos como Michel Camdessus, gobernador honorario del Banco de Francia y ex director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) entre 1987 y 2000, quien aseguró durante una conferencia realizada por la Fundación Rafael del Pino que “es una estupidez pensar que las dificultades de Portugal, Italia, Grecia y España puedan hacer estremecer, ni mucho menos caer, al euro”.

Robert Tornabell va más allá y asegura que “no existe por ahora ningún peligro para Irlanda (que está reduciendo el gasto público de manera acelerada), ni para Portugal. Y desde luego mucho menos para Italia y España”.

Lejos de este escenario de quiebras de países y salidas del euro, los expertos reclaman medidas que creen una unión real entre los diferentes países que utilizan esta moneda. La ausencia de proyectos claros que resuelvan la situación actual se está plasmando en los mercados: el euro se ha depreciado en un 10,6% entre diciembre y febrero, pasando de los 1,51 a 1,35 dólares; y los diferenciales y CDS (seguros que protegen ante un impago de los bonos) de la deuda pública de algunos países europeos se ha disparado. 

Una opción de ello es la posibilidad que han planteado los ministros de Finanzas de la UE de que el BCE asigne sus propias calificaciones crediticias a la deuda pública de los países miembros, para que las decisiones de S&P, Moody`s y Fitch no influyan tanto en la economía de la región. De hecho, como señala el profesor Pampillón, “los inversores ya distinguen entre países, aunque todos tengan el euro como moneda, de ahí los diferenciales de España o Grecia respecto al bono alemán”.

Todo apunta a que la UE afronta momentos históricos que determinarán su existencia, fortaleza y credibilidad. Al igual que se reclama con el sector financiero, los expertos esperan medidas que eviten situaciones similares en el futuro y flexibilicen que la UE salga del paso en los peores momentos. “La UE avanza a base de crisis, el euro es hijo de una de ellas. Esta crisis puede impulsar aún más la integración de la UE”, sentencia Juan Mascareñas.

Publicado el: 10/03/2010
Contenido proveido por: wharton.universia.net 

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